miércoles, 26 de mayo de 2010

Continuación de "La Nevera"

"Ya era hora", esta es una continuación de la entrada "La Nevera", que escribí hace poco, a continuación, un poco de historia.

La Nevera

Próximas al Mugarra, se encuentran las torres de Etxaburu ­situada sobre un pintoresco peñasco­ e Izurtza, conocida como la bekotorre (o torre de abajo, en euskera). Ambas pertenecen al mismo linaje, el de los Etxaburu, por cuyas tierras caminaremos.


Desde la iglesia de San Nicolás, junto al frontón de Izurtza, sale una carretera local que nos conduce al barrio de Bitaño. En una encrucijada, pasado el cementerio, tomamos a la izquierda, en dirección al vivero de La Dolometa. Aquí, el camino transcurre por una pista amplia que atraviesa diversas plantaciones de árboles autóctonos y exóticos.

Abundan los abetos, pinos de Monterrey, robles americanos, cipreses de Lawson, robles pedunculados, abedules y castaños. Estos últimos dejan caer sus frutos en otoño, abriéndose con el choque los involucros espinosos que protegen a las semillas. Servirán de alimento a los animales, que necesitan almacenar grasa para soportar las carencias del invierno.

La pista gira a la izquierda y acaba en una bifurcación. Tomamos a la derecha por una pista de tierra balizada como PR (pequeño recorrido), con marcas amarillas y blancas. A través de un pinar, el sendero llega al pie del Mugarra, una de las conocidas peñas del Duranguesado, en la frontera con el parque natural de Urkiola.

Limonada de Durango

En otoño, en los claros y en el sotobosque del pinar no sólo crecen las setas, sino también los azafranes silvestres o cólquicos (crocus nudiflorus), cuyos tonos violeta asoman con las primeras lluvias de otoño. Su floración anuncia el fin del verano allá por San Miguel, cuando los pastores abandonan los montes con sus rebaños. Pronto se avistan las paredes calcáreas del Mugarra, amenazadas por unas canteras de fuerte impacto ambiental y visual. En esas fachadas anidan los buitres leonados (más de cincuenta ejemplares), los alimoches y los halcones peregrinos. Al pie del Mugarra, pervive uno de los mejores encinares del parque natural.

La pista termina en Neverondo, área recreativa cuyo nombre proviene de una antigua nevera de piedra dedicada a hacer hielo. Está situada a unos 440 metros de altura. Fue construida hace unos 50 años sobre una nevera vieja, que era un foso cilíndrico cubierto de teja. Con nieve, vino, limón y azúcar, se preparaba un refresco conocido como limonada de Durango, que se tomaba en las fiestas de San Fausto. Un camino nos lleva de vuelta al vivero.

Mapa
 

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